sábado, 22 de agosto de 2009

Poesía



De la más fina prosa

saco las palabras

y las echo a jugar,

negro sobre blanco,

como peces que saltan

y cometen

un suicidio de aire.


Las ideas me las da

una musa

de formas cambiantes

que corre con el viento

y se desliza bajo mi puerta

en un rayo de luz.


Vienen las palabras

y forman una línea,

y viene mi musa

y me regala la idea.


Las flores y la luna

se asoman al papel.


Yo las atrapo

y las dejo que jueguen.


Negro sobre blanco.


Jugando con los peces

que intentan

un suicidio de aire.


Escribo,

y la máquina comenta

la tortura de las flores.


(La luna salta

redonda

con una palabra fea en la frente).


Escribo,

y el papel protesta

la ignorancia de un verso.


Negro sobre blanco.

Horror de mis palabras

que como peces

saltan.


La luna grita

y las flores se rebelan

en un murmullo

de pétalos caídos.


Mi musa desaparece

en un caos de silencio:

musa traicionera

con ojos de azufre...


Termino y releo.

Blanco sobre negro.

De la prosa más fina

he sacado esos versos.


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!