sábado, 5 de septiembre de 2009

Poema XV


Quise

beber de mágicas fuentes

holladas por duendes.

Quise

raptar ninfas de pies alados

y cuellos de cisne.

Quise

nutrirme de rubores

de enferma princesa.

Quise

hablar de la flor

y dedicarle un poema

al calmo cielo.

Quise

el secreto de Merlín

guardado en la cima más alta

por cuatro perros de oro.

Quise

contar las perlas como rocío

del velo de Scherezada.

Quise

llevar la corona

de Luis XIV de Francia.

Quise

tejer con magnolias

la gloria fósil

de un imperio.

Quise

saturarme de Egiptos.

Quise

enlutar con laureles

mis versos.

Quise

mirarme desnudo

en las aguas sin firmamento.

Quise

rodearme de lunas pálidas

y ultrajantes soles intensos.

Quise

amantes helenos

a una palma de mis deseos.

Quise

noches sin regreso.

Quise

habitar mil palacios.

Quise

cantar Olimpos

y etéreas valkirias.

Quise

forjar viejos mitos.

Quise

castigar novedades.

Quise

tener el pecho en los astros.

Quise

conquistar lo feo.

Quise

cerrar al mundo mis ojos.

Quise

paz.

Pero

no era yo.

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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!