
Tierra mía ausente
si te canto te lloro.
Tengo que escupir el fuego
de tu soledad y la mía
tragándome los recuerdos
que moran la aridez de un vaso.
Partículas de ti en mis manos.
Llanto.
Llanto.
Desaparecida tú a un costado del horizonte de caos.
Prisión de cañas.
Prisión de mis cañas secas.
Canto. Lloro. Llanto.
Canto.
Ida de mis ojos.
Ida de mis brazos.
Ida de mis labios.
Vaso seco con alma.
(Cañas amargas).
Si te canto te lloro:
Canto.
Canto.
Canto.
Canto.
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!