
Para Rosita Fornés, unicornio último
¿Cómo dibujarte, Rosa?
¿Cómo trazarte;
cómo esbozarte?
¿Como ave florecida?
¿O como flor de plumajes?
¿Como viento?
¿Como nube?
¿Como cielo de donaires?
¿Cómo te describo,
Rosa
en el arte de tu arte?
¿Cómo podrían mis versos
crear una luz que plasme
el color de tu finura
y lo fino de tu encaje?
¿Cómo bosquejar el arco
de tantos dardos triunfales?
¿Cómo delinear sin miedo
tu aristocracia galante?
¿Cómo en justicia moldear
la erguidura de tu talle?
¿Cómo, Rosita de Cuba
con mi Isla no asociarte
si una palma es tu figura
y tu figura
en cantares
se desgaja en verdes-lilas,
en azules y azabaches
de amorosas playas yertas
y trópicas tempestades?
Ha de ser mi verso, pues
el pincel que te retrate:
Rosita Fornés, artista
entre monstruos siderales
de todos, la más monstruosa:
mitad diva,
mitad ángel.
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!