lunes, 5 de octubre de 2009

Sideral





(Se sugiere Los mareados, de Ástor Piazzolla como complemento musical del poema)


La hora escasa

invadida.


Soles muertos.

Lunas suicidas

me rodean.


Atrapado

en el vestigio del tiempo

extinto

—donde no marcan

relojes

inútiles—

sólo

la cadencia de mis párpados

ahuyenta

tranquilidades.


El año es

un ave que arrastra

sus plumas de polvo

preguntando a las estrellas

si existen descansos

en los cielos venusinos

de sus vuelos sin regresos...

(y me voy con él

como se va mi edad).


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!