martes, 17 de noviembre de 2009

Mea culpa



La muerte del más simple ser viviente es una tragedia, no importa lo absurda o inútil que parezca su existencia a nuestros ojos; máxime, cuando esa muerte fue de mano propia en un acto irreflexivo de inexplicable e imperdonable crueldad. Esto sucedió en mi temprana juventud, pero juro que veo en sueños el pez diminuto y feo y lloro desolado por la crueldad de mi acción. Dios y el pez me perdonen algún día. Mi arrepentimiento y mi dolor son sinceros...


Crimen

impune

que me acosa

en la alucinante

evanescencia

de los sueños:

el pez

que por solo

y feo

me molestaba

nada en mis noches

como un líquido

espectro

mirándome

a los ojos

con los suyos

glaucos y tristes

preguntando

por qué aborté

en aguas

de vórtice

sin remedio

su compañía

drenada

en el sanitario

que fue

su tumba.


2 comentarios:

  1. Yo tmb tenia un pez q crei no extrañar... pero es q se vuelven necesarios para nuestra vista y nuestra rutina diaria...

    ResponderEliminar
  2. Entiendo tu arrepentimiento y tu dolor, porque también yo lo experimento desde que en mis tiempos mozos, en un campamento de verano, maté a una rana de una pedrada gratuita e inopinada. Fue una canallada, una auténtica salvajada, pero desde entonces profeso un amor incondicional a todos los animales. Era un crío y aunque eso no resta demasiado a lo vil de mi acción quiero pensar que hoy soy mejor que ayer.

    ResponderEliminar

A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!