A la ciudad de oropeles, vana y mentida como su nombre
Cofre esplendente
abierto al ojo
desde el aire.
Gema en la altura
medida en quilates
de celuloide.
Burda mentira
a ras de enferma luz
y acosada sombra.
A la ciudad de oropeles, vana y mentida como su nombre
Cofre esplendente
abierto al ojo
desde el aire.
Gema en la altura
medida en quilates
de celuloide.
Burda mentira
a ras de enferma luz
y acosada sombra.
A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!
Aquí en España, amigo Pedro, está muy extendida la idea de que Los Ángeles es la ciudad del automóvil, en la que no se bajan del coche ni para atracarte. Pero seguro que algo bueno tendrá, tú por ejemplo. ;)
ResponderEliminarQuerido Domingo, ¡me haces sonrojar! Es ésta una ciudad cómoda pero vacía y cargada de 'privacidades'. Un enorme garaje sobre ruedas... Abrazos :)
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