domingo, 13 de diciembre de 2009

Abnegación


A ti, que desde siempre me proteges.


Oye la madre

el grito del hijo:

pánico azul

en los labios;

roto el pecho de dolor

y cardíaco augurio:


"¡Ayúdame, madre!"

— musita—.


Atraviesa

arcos de tiempo

y eras

insospechadas;

araña

en años-luz

el eco perdido

de las distancias:

escarba la tierra

fósil

removiendo

mil galaxias:


"Aún no es tu hora, hijo..."


Abre los ojos:

todos lloran:

esta vez de alivio;

sorpresa

en las miradas...


En el halo

de luz intensa

del quirófano

se alejan los brazos

de la madre amada.


"Me salvaste, madre...

gracias de nuevo".


Y regalas una sonrisa

a tu madre abnegada...


3 comentarios:

  1. Wow, se pone la carne de gallina... precioso :)

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  2. Gracias, Dama Blanca. Sentí lo mismo a medida que lo iba escribiendo. Abrazos :)

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!