sábado, 12 de diciembre de 2009

Fetiche


Tu pie hermoso

me recuerda

esas pinturas de Botticelli

donde santos católicos

y dioses olímpicos

despliegan

sus terrenísimas

laicas anatomías

deslumbrando el ojo

y despertando el antojo

de carnal,

irreprimible,

pélvico fuego

que incita al beso

de cada dedo;

al trazo

de cada vena

en húmeda senda

recorrida por la lengua;

al contacto

entre tu planta suave

y mi ardiente mejilla

convulsa de deseo:

magnífico pie

— raíz y sustento—

de árbol vigoroso

repleto de amaneceres

donde afloran

los latidos

mesurados

de tu pecho

y cinco

pseudofalos invitan

al impulso

subestimado

de rendirme

ante ti.


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!