
A Armida Miller, in memoriam: lo que más me impresionó de usted siempre fueron sus manos...
Se deshace
en madejas
que bordan flores
esbozadas
en falsedades raso
o seda.
Para adornar cabezas altivas
despierta los ojos
al frío abismo del alba:
dedos duros
da artríticos ángulos dolorosos
que predican tiempo.
Lleva la cruz diaria
y el alivio de la ilusión
renuente a morir.
Lleva pájaros y mariposas
ocultos
en algún recodo
encantado
de su pecho.
Tiene luz en la cara
y un eco
de llanto
en la breve sonrisa.
Tiene el cuerpo
cansado,
el alma intacta
y 'rencor'
para ella
es vocablo extranjero...
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!