jueves, 1 de octubre de 2009

Apocalipsis



El sol es una

olla

vertida

sobre la tierra.


Hay que escupir

y mear el cielo

para limpiar

las huellas feroces

de esta lluvia de sangre

con reflejos de arcoiris

muertos

que cae, cae, y cae,

incesante y espesa

sobre ojos y espaldas

adoloridos,

sin piedad

con la fuerza de huracanes

reprimidos

y hambrientos.


Un pájaro enorme

viste

su vuelo de angustia

y el ocaso se desploma

(por siempre)

a la derrota

del cielo impasible.