sábado, 23 de enero de 2010

Pequeño soliloquio a la agonía de Haití



Presiento

desde tu entraña montañosa

el dolor profundo

aguerrido

de tu gente

desprovista y cansada

escalando

las cordilleras de escombros

y la ruina amarga

de lo poco que fue

y de lo que nada

queda.


Soberbia tu vena

africana

matizada

de Francia tricolor,

cobre taíno

y roja España

en la distancia

de aquella alborada

de barcos negreros:

escorbuto

plantación de palacete

y esclava corte

en el escarpado monte

cafetal sombrío y hosco

donde se dejan las manos

y fragmentos

de la piel que huye

caña de azúcar

que hiere y se pega

como aguamala

de verdes tentáculos

flexibles

al viento

y el látigo

certero y ceñudo

surcando en escarlata

espaldas anchas

como plazas

sobre hombres

oscuros, viriles y hermosos

como troncos de árboles

y mujeres

tan esbeltas y altivas

como palmas de azabache

empinadas

contra el azulísimo cielo

que baja

desde tu cima más alta

a bañarse

en las aguas

del Caribe

de crepúsculos

que testimonian tu abolengo

de isla predilecta y rebelde

forjada en fuego y sangre

de aspiraciones perdidas

una y otra vez

en los senderos

de una historia difícil

y traicionada

por múltiples reveses

y mezquinas

maquinaciones.


Te veo martirizada

y llora mi vergüenza

y con ella

mis recuerdos de Cuba

esa hermana mayor

emparentada por mutua geografía

de donde avizoraban

a su extremo oriente

tus luces

y se escuchaba

en rítmico repique

tu ardiente llamando

a la tumba francesa

en noches

de clarísimo silencio y lenta madrugada

cuando desovaban

en la solitaria arena

las tortugas con carapachos

como joyas labradas

de jade y ébano

y dormitaban los delfines

bajo la luz sutil de la luna

que hoy te ofrece

sin reservas

su techo de aire

como única morada

legada

al desconsuelo

repetido

de tu tristeza.


4 comentarios:

  1. Cuando parece que ya no quedan más lágrimas que derramar por Haití tú, amigo Pedro, consigues de nuevo el estremecimiento, la réplica en nuestros corazones de aquel maldito terremoto que se lo llevó todo y deja más nada en la nada.

    ResponderEliminar
  2. Te dejo aqui mi granito de arena, mi apoyo y mi pena para Haití y para otros muchos que aunque no se les nombre porque no son noticia están sufriendo...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a todos por la solidaridad y el apoyo a Haití. Haití y su tragedia actual son una dolorosa metáfora y un desgarrador recordatorio del fracaso interno de los gobiernos corruptos y vendepatria que sucesivamente han gobernado esta isla y de la indiferencia y abandono del mundo desarrollado hacia los países tercermundistas más pobres del mundo, del cual Haití es triste ejemplo clásico. Ojalá que este desastre y sus consecuencias nos haga tomar conciencia a todos y podamos hacer cambios positivos en nuestras actitudes y nuestras formas de ver y sopesar nuestras vidas y la cada vez más estrecha relación que tenemos con todo el mundo, sin excepción.

    ResponderEliminar
  4. Tremendo poema donde descubres el alma y la historia de este pueblo que se ha hecho a fuerza de sangre y sufrimiento y en el que continua puesta nuestra mirada y nuestra alma que llora desconsolada aunque en mi caso esperanzada también.Un abrazo, Pedro.

    ResponderEliminar

A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!