jueves, 21 de octubre de 2010

Queja muda para una tarde sin eco

(Con audio en la voz del autor)


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Si hoy quisiera

hablar de la tristeza

podría mirar afuera

y comprobar que sigue estando

gris

el cielo

que tienen los árboles

las copas cabizbajas

que el aire

mantiene la inercia

de su malabarismo

sobre los techos inexpresivos

como queloides

de piedra

sobre las pieles de los jardines.


Podría mirar por la cerca

y ver el perro

del vecino

resignado y acreditado de negligencias

como un oráculo

dentado

de hirsuta, domesticada

trascendencia.


Si pudiera

preguntaría a dónde se fueron

todos aquellos rostros

risueños

que no cabían

—ni comprimidos—

en un charco de la ciudad

plegada al deseo de las lluvias

o en qué otro cuerpo

se alargan hoy tus caricias

desde que el mío

siente este frío

de sietemesino

enconado presagio

invernal.


Podría gritar: "¡estoy triste!"

pero ¿de qué valdría?


Mi tristeza es muda

congénitamente

y la tarde es

sorda

desde que te fuiste.


(Active si desea escuchar este poema en la voz de su autor. Puede apagar el sonido del blog si éste interfiere con su audición)


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