
Rosas abiertas
al destierro insomne
que pende de un hilo oscuro
y antiguo.
Rosas nocturnas de barro color.
Verde clorofila de silencios
privados.
Florecer es arrancarle
su plumaje de iras al viento,
negar las manchas acuosas del sol...
Atreverse
en esta quietud de espantos,
rosas,
es inmolar el suspiro de la aurora,
es condenar al crepúsculo
en áureos mataderos
donde la sombra arrastra
el pavorreal adormecido
de cien paisajes robados
a la luna.
Rosas de noche que sonámbulas
caminan
por los ecos de la fragancia,
un vestigio ha de haber
de compasión
antes de arrancarle los ojos
a las estrellas de tantas puntas mentidas,
y entre puntas (tal vez)
una espina lejana
recuerde
el rojo mortecino
de una metáfora
al suicidio o
al crimen
de un poema
imperfecto
de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!