viernes, 25 de septiembre de 2009

Nocturno fragante



Rosas abiertas

al destierro insomne

que pende de un hilo oscuro

y antiguo.


Rosas nocturnas de barro color.


Verde clorofila de silencios

privados.


Florecer es arrancarle

su plumaje de iras al viento,

negar las manchas acuosas del sol...


Atreverse

en esta quietud de espantos,

rosas,

es inmolar el suspiro de la aurora,

es condenar al crepúsculo

en áureos mataderos

donde la sombra arrastra

el pavorreal adormecido

de cien paisajes robados

a la luna.


Rosas de noche que sonámbulas

caminan

por los ecos de la fragancia,

un vestigio ha de haber

de compasión

antes de arrancarle los ojos

a las estrellas de tantas puntas mentidas,

y entre puntas (tal vez)

una espina lejana

recuerde

el rojo mortecino

de una metáfora

al suicidio o

al crimen

de un poema

imperfecto

de amor.


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!