martes, 1 de septiembre de 2009

Tristeza

¿Qué huracán de tu mente

borró de golpe y sin piedad

la calma crepuscular

de tus playas

ahora yertas

en viva roca e hirsuto

manglar?


¿Dónde se evaporó

el vaivén



pausado y líquido

de tus ayeres

amago intranquilo hoy de

mustia hojarasca

y agotado,

estéril desierto?


¿Dónde perdiste

la visión del sol

y peor aún

el pefecto equilibrio

de luz, claroscuro

y sombra?


¿Dónde ofrecer

hueco final

al carcomido esqueleto

de tus sueños muertos?


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!