
¿Qué huracán de tu mente
borró de golpe y sin piedad
la calma crepuscular
de tus playas
ahora yertas
en viva roca e hirsuto
manglar?
¿Dónde se evaporó
el vaivén
pausado y líquido
de tus ayeres
amago intranquilo hoy de
mustia hojarasca
y agotado,
estéril desierto?
¿Dónde perdiste
la visión del sol
y peor aún
el pefecto equilibrio
de luz, claroscuro
y sombra?
¿Dónde ofrecer
hueco final
al carcomido esqueleto
de tus sueños muertos?
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!