martes, 1 de septiembre de 2009

Variaciones

Teclado de notas afónicas,

asincopadas y apoteósicas;

palabras de loca

polifonía caótica.


Si te toco

yo,

te conviertes en el más piano

de los pianos dulces



y cómo no

si te arranco del alma industrial

de tu ingenio

crescendos que morderían

la envidiosa lengua de Beethoven;

purezas ritmáticas

que Buda mendigaría

sentado en ridícula pose

de sus trances

al éter Karma.


Suicidio afeminado de Chopin

el adagio angustioso

del minuto vacío,

máquina tú, virtuosa

soportando el peso

anonadado de mis dedos,

estallando en la fuente

de grises y blancos

la gravedad de las ideas

--preñadas y paridas--

en mil y una noches

de no-árabe insomnio

y no-libidinosa calma,

y no scherzo es más doloroso

que el galope cardíaco de la sangre,

detenida

en las cavernosas aurículas

del tiempo.


Maquinorquesta.


Mi concierto te mata

con las frías llamas de la soledad.


Maquinorquestal sonido

prescindido de corcheas.


Pentagramas son los dedos.


Palabras músicas

nacidas a la mente del oído

y no viceversa,

y no viceversa de lo opuesto,

y no para exhibir

plumas diamantinas

en los conciertos de invernuniversal

fatiga

locución viciosa

del sonido,

tararás de trompetas.


Música de las salivas.


Cigarro por medio.


Batuta directriz,

humo de sapiencia al espacio,

guitarra nocturna:

pavor de los vientos...


¿Adónde voy?


A la ejecución

magistral

de mis silencios.


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!