martes, 6 de octubre de 2009

En acecho



Se queda quieta

mi lágrima.


Duerme el perro

y no lloro.


Muere el pez

y no lloro.


Sueña él

y no lloro.


Habla el silencio

y no lloro.


Ronda el silencio

y no lloro.


Se marcha el tiempo

y suspiro.


Llora Cuba.

Con ella lloro.


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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!