
Enhiesto de los lupanares
el eco trae resonancias
de antiguas exequias.
En el nexo que implica
en la luz del reflejo
en los párpados lentos
soy;
en la espira del tiempo
el placer que vomita
en la sal de los sueños
soy;
en la flor desprovista
en el miedo tangible
en la tarde imperfecta
soy;
en la aurora extasiada
el silencio que grita
en el grito callado
soy.
Ave asida del aire
vuelo libre sin lastre
pluma al viento que bate
soy;
parricida execrable
de mis versos, martirio
dios total de mi arte
soy.
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!