lunes, 15 de marzo de 2010

A ella, que vive en mí

(Con audio en la voz del autor)



No es fácil

aprender a vivir

todos los días.


Abrir los ojos.

Despertar.


Levantarse

apoyándose en los codos

moviendo las piernas.


Pensar

que no fue un sueño.

Que ya no estás.

Que te fuiste.


En el café veo tu rostro

y en su aroma presiento

tu sonrisa.


Me diste vida

y a ella me entregas.


No queda otro camino

que continuar

viviendo.


(Active si desea escuchar este poema en la voz de su autor. Puede apagar el sonido del blog si éste interfiere con su audición)

5 comentarios:

  1. Sentimiento y alma puestos en verso...por supuesto que permanece...está en tí.Un abrazo ,Pedro

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  2. Me gustó haberme pasado por aquí, y sin duda seguiré haciéndolo. Saludos

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  3. Deduzco que te refieres a tu mamá, amigo Pedro. La madre es la mujer más importante de nuestra vida, pues es origen, fuente y luz de lo que hemos sido, somos y seremos. Estoy seguro que tu madre se siente muy orgullosa del hombre que hoy eres. Y aunque antes de partir te dio llaves personales para enfrentarte a la vida, ella te sigue protegiendo, de otro modo si quieres, pero sigue ahí. Y seguirá mientras la recuerdes con el cariño y la ternura que te caracteriza. :)

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  4. Que difícil resulta mantenerse en pie después de perder un amor, pero, como yo siempre digo, si aguantas, se pasa. Y otros vendrán.
    Un placer venir a leer.
    Saludos.

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  5. Alfonso, como siempre, tan gentil y oportuno.

    WIG, gracias por venir y por gustar de lo que creo. Bienvenido siempre.

    Domingo, tu deducción es correcta y también lo es tu afirmación en cuanto a la madre como afecto y como figura guía. Soy quien soy porque ella así me crió, sin quitar méritos a mi padre, que es también un gran hombre.

    Mercedes, se pasa, pero deja cicatrices. Gracias por venir y por comentar.

    Abrazos y todo mi cariño para todos.

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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND

Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.

Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.

Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.

¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!