
Quiero envenenar a Cuba.
Quiero matarla.
Quiero molerla.
Quiero hacerla añicos.
Ahogarla.
Morderla.
Taparle su boca de playas.
Deshacerla.
Transirla.
Inundarla.
De sollozos.
De espantos.
Poner los árboles
raíces al silencio.
Descuartizarla.
Venderla en pedazos.
Hacer con ella
una pócima de estiércol.
Retorcerla.
Arrasarla.
Devastarla.
Quemar con sus cañas
los recuerdos.
Exprimirle el cerebro de selvas.
Cortarle los brazos.
Dejar que la H
de una bomba
borre
de un golpe
el anhelo.
Orinarla.
Escupirla.
Masturbarme en su rostro..
Rajar su centro que invita.
Incestuar su ocaso.
Doblegarla.
Divorciar sus noches de la magia.
Manchar sus arcoiris adultos.
Patearla.
Romperle los huesos de montañas.
Joderla.
Aniquilarla.
¿Pero cómo?
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A TODOS LOS NAVEGANTES Y NÁUFRAGOS QUE ARRIBAN A PEDRO’S ISLAND
Quien llega a esta Isla, llega exhausto: vapuleado, cuasi-ahogado, confuso; luego de haber navegado o naufragado a contracorriente y de haber escapado las fauces hambrientas del océano inmenso y su profundidad alucinante de cristal, espuma y sombra.
Gracias por tener fe en el horizonte. Gracias por perseverar.
Descansa en estas playas y siente que has llegado, finalmente, a donde perteneces desde siempre. Te ofrezco, en recompensa de viaje y por tu denodado esfuerzo, todos los secretos, la paz y la magia de este paraíso que de este momento en adelante, es también tuyo.
¡Bienvenidos, damas y caballeros, a Pedro’s Island!