En el espacio
limitado
de las horas
voy a echar a jugar
los ojos
como dados...
Si he muerto
tantas veces
no importa
una más.
Si he muerto de hastío
pegado a los barrotes
del aire.
Si he muerto de silencio
ahogado en los valles del eco
que hacen mofa
del sonido.
Si me he ido
desgastando
en coágulos blancos
de placer
y furia
cómo no jugar
entonces
a la suerte
y a la mentira
como tal
de la suerte
irreversible.
Cómo,
si en cada pecho
estrujado
ha brotado
una gota
de amarga paz
taciturna
confundida
en el rubor de la sangre...
¿Cuánto pagar
en este juego sin billetes?
¿Cuánto plegarme
ante la igualdad
y la humildad
que son álgido reflejo
en proyección absoluta
de apaleado egoísmo
y arrastrada culpa?
¿Hasta dónde
hay paciencia y camino
para la incorregible añoranza
de mis pies sin alas?
¿Hasta cuándo?
¿Hasta la muerte?
Si la muerte
me ha venido
de silencio
de placer
de hastío...