(Reposición ahora con audio en la voz del autor y música de fondo)
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Sobre la frente
el húmedo óvalo de un beso único.
La muerte
—matrona excelsa de viejas cábalas—
estrena sus alas en inalcanzable vuelo
de idílica danza interminable
que presta harapos de sueño
al desnudo lastimoso
de las dalias ya marchitas.
¡Paz!
Tranquilidad
desolada flotando en la yerta
sombra...
Belleza terrible de umbría amenaza
confundida en morbosos trazos
de imaginación y desesperanza.
Del otro lado de la puerta
reposa
la calma absoluta e
en su dominio estelar
sin flores
ni montañas
ni cerraduras
bajo el reflejo en tangible escrutinio
de cálidas lunas
solitarias.