(Con audio en la voz del autor)
Llega de nuevo
el gris
a posarse
sobre mi hombro.
Susurra al oído.
No digo nada.
Lo dicho
debe haber sido
— intuitivamente —
triste.
Bostezo en repeticiones mientras
levito
en la calle
que en más grises
confunde
asfalto y aceras con cielo
y cielo
con urgencia
de reprimido llanto
que amenaza lluvia.
No lloro
porque sea hombre
sino
por niña cobardía...
Temo llorar y ahogarme
en el caudal
de mi llanto...
Temo
asfixiarme
— irremediablemente —
en el gris
que severo
vigila.
(Active si desea escuchar este poema en la voz de su autor. Puede apagar el sonido del blog si éste interfiere con su audición)