Si regreso
lo haré con Cuba en las plantas
como una suela invisible
que apremie mis pasos en mercurial, pterodactílico aleteo
sobre la hirsutez del fango que levita, azorado, sobre la ciénaga
olorosa a sexo fermentado
en el reposo de las alcantarillas...
Entre las piernas, el emblema,
— la Marca Registrada® —
que denota orígenes y afrodisíacos anticipos en lo meridional del prepucio
irguiéndose férrea y arbórea
como la Palma Real de los bajíos y remansos
pronta al prodigio de su guano, su palmiche y su alargada sombra;
repleta de gemidos y de hijos que nunca fueron por designio del agua
y que se inmolan, desbocados y ardientes, en la vorágine genocida
que los deposita en el vacuo desvarío
de güira de rezuma de amables tibiezas y recónditas humedades
—pseudo-vaginal; plexo-anal anatomía —
oliendo a monte
y a deseo de campiña hecha lecho de verdores
que se pegan a la piel como nigua;
como el semen a las comisuras
y a la entrepierna que aún excitada, tiembla...
Me acompaña siempre esta isla de incestuosos embrujos
en mis frecuentes relapsos y alucinógenas travesías de sátiro insaciable
que irremediablemente
madura
plagado por brotes de lujuria que intoxican el alba
que suben y bajan como la marea
como el compás
de una balsa en cueros a horcajadas sobre el ahínco de las olas
o de telúricas, vigorosas caderas que fornican sin preámbulo ni interludio
bajo el ciego y resplandeciente guiño
de las galaxias hechas meretrices de cuarzo e hidrógeno
en el antro de la noche
que lesbiana y masculina, las cohabita.
Me deshago en la viscosidad lunar contenedora de réplicas;
de mis sueños clonados y bautizados con números tan afilados como perfiles de cimitarras
de anfibia, pisciforme y ambigua neutralidad
como esta tierra misma
que se entrega — bisexual, activa y sumisa— al deseo y al efímero desparpajo
de todos los que pasan
de todos los que buscan
de todos los que se van
de todos los que se quedan...