
A papá.
Ahora
que entre tú
y yo
crece una selva
de recuerdos cortados,
lo que pudo ser
carece de importancia,
y lo que es
está demasiado distante,
como un paisaje desolado
pintando en la frescura efímera
de un oasis,
y quiero atrapar tu espalda ancha
que ahora se inclina,
y besar tus dedos
como copas
de árboles centenarios,
besando tu frente prolongada
en sufrimientos
y más sufrimientos,
por doquier,
a cada hora despierta.
Ahora
que como sillón vacío
meces la soledad de tus mediodías,
recibe
mi mensaje naciente y tardío
que nada puede
contra las mareas del tiempo,
ni los puentes destruídos de la distancia,
ni las cadenas rotas
de libertad comprada
y pagada
a precio de vida
y depreciación de la muerte.
Ahora que pienso.
Ahora que soy.
Ahora que florezco.
Ahora la selva interminable
de los recuerdos
cortados con el hacha
de una lágrima sin fin.