A Armida Miller, in memoriam: lo que más me impresionó de usted siempre fueron sus manos...
Se deshace
en madejas
que bordan flores
esbozadas
en falsedades raso
o seda.
Para adornar cabezas altivas
despierta los ojos
al frío abismo del alba:
dedos duros
da artríticos ángulos dolorosos
que predican tiempo.
Lleva la cruz diaria
y el alivio de la ilusión
renuente a morir.
Lleva pájaros y mariposas
ocultos
en algún recodo
encantado
de su pecho.
Tiene luz en la cara
y un eco
de llanto
en la breve sonrisa.
Tiene el cuerpo
cansado,
el alma intacta
y 'rencor'
para ella
es vocablo extranjero...