(Con audio en la voz del autor y música de fondo)
María Luisa Antuña
Camagüey, Cuba, 1929 - Miami, U.S.A., 2011
A ti, querida Luisa (inolvidable; insustituible Yiya Matraquilla), que fuiste fiel amiga y a ratos, madre. A ti, Yazmín, que eres mi hermana desde siempre, por tantas razones y por tantos momentos compartidos... A ti, Jorge, que eres como un hermano, pequeño y frágil, aunque seas hombre.
Viene el adiós desde adentro
desde ese rincón sagrado
donde el amor muerde las riberas del miedo
y la calma se hace lava que desemboca en los ojos
y el corazón abandona el pecho
para dejar un cráter de ausencia
que no consiguen llenar ya nunca
ni océanos ni terremotos ni tiempo...
Renuncio hoy a la tristeza
para recordarte en lo soberano de tu risa
en tu voz alta y sonora de mujer fuerte
de cubana recia
de camagüeyana que parió sus hijos
frente al parque de la iglesia
con Yazmincita y sus bucles de oro
y Jorgito breve y sus piernitas
de Pinocho pálido...
Renuncio a llevarte en el recuerdo
con el rictus final de la desesperanza
desleída en silencios intranquilos
y en los sopores aliados de la morfina que te sueña.
Te llevo, en fin, en brazos
apretada contra el pecho
como quien lleva a un niño o una niña
recién nacidos y tiernos...
¿Y por qué no
si en este instante eres
renacida al tiempo
y a la eternidad de la memoria?