"El tiempo es una cierta parte de la eternidad".
Cicerón
Llegaba el final y estaba contento de no tener que lidiar más con todas sus fobias y las porquerías de esta realidad apabullante y ridícula. Llegó Ella (La Muerte, La Parca, La Fría, La Pelona): lo tomó en brazos y arrullándolo como si fuera un recién nacido, cruzó los confines de este mundo hasta depositarlo sobre una cama en una habitación exactamente igual a la que habían dejado atrás. Sobre la mesa de noche, unas flores con una tarjeta de recibimiento expresaban: "Bienvenido a esta etapa del camino hacia la eternidad".