Te vas
pero estás presente
en esas partes de tu breve anatomía
que me dejan sin aliento
en suceso-obsesivas
masturbaciones
de cómplice insomnio.
Te quedas
en cada deliciosa
cuadrilátera provocación
delimitada de hirsuto erotismo
e imagino tu olor
el sabor a tierra mojada
de tus plantas
el vaho sensual
y nervioso
del pulsar de tus venas por el dorso
como raíces
de líquido deseo
reprimido y relegado
desde hace siglos
en la imposibilidad de sentirte
verdadera
enfermizamente
intensamente
deseado desde tus
imperfecciones.
No temas:
contigo se van
el rojo
y la garantía de mi abolengo
rayano en la psicopatía del mito.
Tengo poderes ocultos
— insospechados, si quieres —
para que ante ti el mar sea columpio
y el aire se descuelgue
desde celestes maremotos
como una tromba esencial y onírica
de palomas que sobre tu cráneo
revolotean.
Véte
de negro y misterioso.
Me voy contigo en tu pupila
y en tu lujuria disimulada detrás del iris
que acuoso y perceptivo parpadea
tras la coraza de tus lentes impenetrables
como esos muros de añeja castidad
pétrea
que rodean la ciudad suspendida
del cordón umbilical
de la asfixia.
Véte y sonríe
antiquísimo cariño
que datas de milenios...
Aquí
impacientemente excitado
te espero...