Shadow
plays
with light.
Light
chases
shadow.
Shadow
hides
from light.
Light
discovers
shadow.
Shadow
threatens
light.
Light
strangles
shadow.
Shadow
plays
with light.
Light
chases
shadow.
Shadow
hides
from light.
Light
discovers
shadow.
Shadow
threatens
light.
Light
strangles
shadow.
(Con audio en la voz del autor)
Ascua de nácar
sobre añil reposado
y transparente.
Vahos de invierno
de un hemisferio
al otro
de la mesa.
El café tirita
en la taza
desnuda
nublada en vapores
y albura
que impreca.
El frío
se impone
con termómetros
de silencio.
O
tal vez
no.
Ayer día 28, con la entrada dedicada al Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, llegamos a las 500 entradas que han visto la luz en Pedro's Island.
Para conmemorar este hito significativo en la publicación y evolución de este espacio, hemos creado un afiche conmemorativo que deseamos compartir con todos ustedes si gustan y desean llevárselo a sus propias bitácoras.
Gracias a todos por ser el ingrediente más importante del éxito de esta Isla que día a día florece, se expande y se renueva con el concurso de sus apreciados comentarios y el privilegio de sus visitas diarias. Bienvenidos siempre.
Quinientas entradas:
parece impactante.
Quinientas entradas:
número importante.
Quinientas entradas
y otras esperan.
Quinientas ya cuelgan
en la blogosfera.
A José Martí (28 de enero de 1853 - 19 de mayo de 1895), quien amó a Cuba hasta entregarle su propia vida y quien aún, a 157 años de su nacimiento, es el pensador, intelectual y creador literario más necesario, mal interpretado y manipulado de toda nuestra historia como joven república y como punto referente de inspiración, fracaso y esperanza para todos los pueblos hermanos de América.
Bienvenido en su día,
Maestro.
Bienvenido a esta Isla
cimentada
sobre técnicos prodigios
en la súbita explosión
de embotellados
silencios.
Bienvenido
a esta tierra
de luces
y artificios
que encubierta
tras otras denominaciones
o desde su fértil anonimato
sigue siendo Cuba
porque Cuba
no emigra de la sangre
ni se exila en la memoria
sino que fluye
como un río
en todos nosotros
y va
con los pies ampollados
y el alma rota
donde quiera
que la planten
como un árbol
aquellos
que la llevamos
como semilla
en medio del pecho.
En sus ojos
el ocaso
de un sueño.
En su mente
la memoria
que insulta.
En su vientre
la esperanza
hecha vida.
Ventana como ojo
abierto sobre el mundo:
testigo mudo.
Massiel
Joe Dassin
Mina
Sergio Mendes & Brasil '66
Irakere
Photo © Pedro F. Báez
Perra pequeña
tiembla de miedo y frío
sobre mis piernas.
Presiento
desde tu entraña montañosa
el dolor profundo
aguerrido
de tu gente
desprovista y cansada
escalando
las cordilleras de escombros
y la ruina amarga
de lo poco que fue
y de lo que nada
queda.
Soberbia tu vena
africana
matizada
de Francia tricolor,
cobre taíno
y roja España
en la distancia
de aquella alborada
de barcos negreros:
escorbuto
plantación de palacete
y esclava corte
en el escarpado monte
cafetal sombrío y hosco
donde se dejan las manos
y fragmentos
de la piel que huye
caña de azúcar
que hiere y se pega
como aguamala
de verdes tentáculos
flexibles
al viento
y el látigo
certero y ceñudo
surcando en escarlata
espaldas anchas
como plazas
sobre hombres
oscuros, viriles y hermosos
como troncos de árboles
y mujeres
tan esbeltas y altivas
como palmas de azabache
empinadas
contra el azulísimo cielo
que baja
desde tu cima más alta
a bañarse
en las aguas
del Caribe
de crepúsculos
que testimonian tu abolengo
de isla predilecta y rebelde
forjada en fuego y sangre
de aspiraciones perdidas
una y otra vez
en los senderos
de una historia difícil
y traicionada
por múltiples reveses
y mezquinas
maquinaciones.
Te veo martirizada
y llora mi vergüenza
y con ella
mis recuerdos de Cuba
esa hermana mayor
emparentada por mutua geografía
de donde avizoraban
a su extremo oriente
tus luces
y se escuchaba
en rítmico repique
tu ardiente llamando
a la tumba francesa
en noches
de clarísimo silencio y lenta madrugada
cuando desovaban
en la solitaria arena
las tortugas con carapachos
como joyas labradas
de jade y ébano
y dormitaban los delfines
bajo la luz sutil de la luna
que hoy te ofrece
sin reservas
su techo de aire
como única morada
legada
al desconsuelo
repetido
de tu tristeza.