(Con audio en la voz del autor)
Calma noche
sin avatares ni retrocesos.
Me rapta
desde la calle
el perfume de alguna flor
lejana y aterida
en el creciente frescor
de acuoso, umbrío presagio...
Sé que se muere
y se hace el amor
en este preciso momento
que en una latitud
disímil
entona
su marcha de cohetes
y esteras mecánicas
el absurdo
putrefacto espectro
de la guerra.
No quiero
sin embargo
pensar en lacras
ni en hermenéuticas...
Quiero
indolente
saborear
el acto de no pensar en nada
de saber
que el crepúscuclo y la suave brisa
son cómplices
en el total abandono
de esta indiferencia
excelentísima
imperativa
primordial...
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