(Con audio en la voz del autor y música de fondo)
A Isolda, porque la fibra de tu esencia me seduce...
Inventando
ser
o
logrando ser
desde un
acróstico...
(Con audio en la voz del autor y música de fondo)
A Isolda, porque la fibra de tu esencia me seduce...
Inventando
ser
o
logrando ser
desde un
acróstico...
(Con audio en la voz del autor)
A Yazmín
Soñando en ser libres
hemos juntos de prendernos
al flanco de los sueños
que antagónicos
se suicidan
en exógeno orgasmo de onírica falacia
(balbuciendo afónico, emasculado grito)...
Viviremos así, parasimpáticamente:
las sonrisas mutables; esterilizado el instinto
como sombras perennes y parasíticas del vacío:
simple
democráticamente
dígitos esculpidos a relieve
espaciada
virtual
catatónicamente...
Autómatas de lujo
transmutando la utópica melancolía
en muda reverberación
de eviscerado
licuado
amniótico y paralítico silencio...
(Con audio en la voz del autor)
Entre pilares de aire
y bóvedas de clorofila
mi religión es el agua
y su liturgia, la vida.
Cuando contemplo en silencio
el cielo que negro brilla
la noche revela arcas
secretos y fantasías.
Quizás no estemos tan solos
quizá desde allí nos miran
tal vez, tocando una estrella
me toque otra mano un día.
También señalar que, obvia y descaradamente, en Cuba se violan las normas internacionales y los propios estatutos nacionales en cuanto a la protección de la privacidad e integridad física de los envíos postales y el derecho de los ciudadanos cubanos a recibir y enviar información y materiales de información libremente, amén de interferir con el desarrollo personal, profesional, intelectual y económico de una ciudadana cubana al confiscar incluso el contrato ofrecido a Yoani Sánchez por una editorial interesada en publicar sus trabajos.
Reproduzco a continuación, íntegramente, mi comentario a Yoani Sánchez y los documentos facsímiles reproducidos por ella desde su página Generación Y.
"Yoani, con tu permiso y citando todos los créditos correspondientes, voy a publicar una entrada en mi página utilizando estos documentos que aquí expones y hablando brevemente de las ridículas causas que los motivan. Seré breve, pues deseo que mis lectores y seguidores saquen sus propias conclusiones. Me fascinó el reconocimiento (por nerviosismo, inusitado arranque de civismo o incompetencia) de que el "... que sus ciudadanos puedan disponer de mayor bienestar material y alcanzar la realización personal, extremos totalmente contrarios a los principios de nuestra sociedad" (!). Dicen que "el peje muere por la boca". Esta pobre chiquita debe estar escamada y frita a estas alturas. Abrazos."
Irónica; curiosamente, y sin siquiera sospecharlo, la abogada y el funcionario de aduana son miembros, por virtud de la letra inicial de sus respectivos nombres, de la Generación Y. Quiéranlo o no.
Queda a completa disposición de ustedes la lectura y el análisis de los documentos en cuestión. Pinchar cada pliego para ampliar y leer más cómodamente su contenido.
Portada del número 3 de la revisa "Voces"
(Pinchar y descubrir la Cuba no oficial)
Más fuere que Fidel fue mi deseo de siempre de publicar en Cuba, junto a mis hermanos poetas, escritores y artistas de la Isla; para mis hermanos cubanos que allí quisieran leerme.
Más fuerte que Fidel fue Orlando Luis Pardo Lazo, genio literario cubano que publica y documenta desde sus dos sitios en la red: Lunes de Post-Revolución y Boring Home Utopics , literaria y gráficamente, todo el acontecer de una Cuba aparentemente renca y terminalmente muda, pero que en realidad, despierta más cada día y se mueve cada vez con mayor seguridad y sentido del balance, soltada ya de la mano de El Comandante.
Más fuerte que Fidel fueron todos los blogueros cubanos desde Yoani Sánchez hasta Miriam Celaya, Claudia Cadelo, Miguel Iturria Savón, Luis Felipe Rojas, Rebeca Monzó y Regina Coyula, entre tantos otros, que contra viento y marea publican sus experiencias y comparten sus impresiones en ese noble afán de abrir espacios para la sociedad civil en una Cuba maniatada, amordazada y apaleada por la arbitrariedad del totalitarismo dinástico castrista desde hace cincuenta y un años.
Más fuerte que Fidel fue "Voces", feliz idea en forma de revista, de Yoani Sánchez, y del propio Orlando Luis con el apoyo y la colaboración de todos sus compañeros de la Academia Blogger de Cuba (independiente, desde luego y mal mirada por la dictadura).
Más fuerte que Fidel es el amor de todos los cubanos por Cuba y su resolución irrevocable de ser nueva e irrenunciablemente parte de un todo orgánico, diverso y dinámico llamado Patria; no la Patria privativa de una ideología ni de los designios formulados por un Máximo Orate, sino la Patria Amplia que tiene cabida y urgencia de muchas ideologías y de muchos designios —incluso si son formulados por otros orates venideros—.
Más fuerte que Fidel es que estoy; que soy parte del número 3 de la revista independiente "Voces" que circula dede el 12 de noviembre en Cuba y en la red, con cierto retraso, pero gloriosamente creativa, creativamente vigorosa y vigorosamente cubana. Se erige "Voces" desde todos los puntos donde Cuba es y vive —dentro y fuera de su territorio—, en el corazón de cada hijo que la ama y profesa por ella esa devoción casi mística que no la dejan apagarse ni diluirse con el tiempo, como la llama eterna que mantiene el hálito de la vida misma —proverbialmente contra viento y marea—.
Los dejo con el índice del número 3 de "Voces", en formato PDF.
Pinchar sobre el índice
y leer aquí o guardar para disfrutarla luego.
Para aquellos que deseen leer los dos números precedentes y aquellos que deseen seguir el curso mensual de esta revista desde La Habana, he creado en la columna lateral derecha (sidebar) de esta página, un espacio dinámico-interactivo que permite acceso a cuantos números de "Voces" hayan sido publicados hasta el momento en que el lector se interese por ellos.
Termino, para cerrar esta entrada, con este poema mío que más que celebratorio y triunfalista, es un dar gracias a todas las voluntades y factores conjugados para llegar a este hito y una exhortación que mira hacia delante, con los ojos pestañeando en el futuro.
Distribución y lectura del número 3 de la Revista "Voces", en La Habana
Foto tomada de la página Fotos de Cuba
(Este no es el poema que sale en "Voces".
Este poema fue hecho específicamente para esta entrada)
Me premia, por estos días
la vida, con gran largueza
un poema de los míos
mi Cuba raudo atraviesa.
Por años de los proscritos
por años de los que esperan
negado a ser instrumento
de bando alguno en pelea.
No concebí ser compendio
de una Cuba que excluyera
desde afuera a los de adentro
sólo porque allí florezcan.
Tampoco quise ser parte
de la Cuba que condena
ser libre de pensamiento
y hombre de propia idea.
Con Cuba afuera y adentro
con Cuba hasta donde sea
con Cuba y con los cubanos
que cubana es mi bandera.
¡Ni Batistas ni Fideles
ni Raúles ni profetas!:
¡La Cuba que yo vislumbro
tiene más caras que ésas!
(Con audio en la voz del autor)
A MiLaGroS, mientras te conectas de nuevo...
Eres, en esencia
poesía y Moncayo
cumbre nevada y ladera verde
primavera y hastío de soledades
eco en las colinas
que repite su canción en el viento
y en las profundidades
olorosas a ranas
del pozo con brocal en ruinas
donde el agua mansa languidece
postrada sobre un lecho de sombras.
De ti mana el ritmo del mundo:
su cadencia de introspecciones
y de acompasado, diario asombro
porque en ti lo cotidiano
deja de serlo para hacerse único
como única eres tú
mujer-Moncayo.
(Con audio en la voz del autor)
Hoy es el día de Amelia Díaz, de MAR ETERNO.
¡Id hasta ella y haced de su MAR ETERNO un espacio de celebración y de fiesta!
He de ver mi reflejo
en tu piel y en tus silencios.
He de hallar en tus manos
el pausado, tibio trayecto de la caricia perfecta.
He de probar de tus labios
la palabra que nutre y la palabra que exime, extirpando soledades.
He de cantar en tu vientre la ruptura del mito
hecho música embrionaria que tañe notas de sombra.
He de elevarme en tus alas
a la altura inalcanzable de tu más raudo cometa.
He de ser tu amigo amante:
tu amigo en la sangre y hasta siempre.
Sucedió en Colonia, Alemania, el 3 de enero de 1887.
Karl Von Fustenberg se sentó a leer en su amplio despacho. La baronesa se había retirado a sus aposentos, pálida, llevando consigo el azulado presagio de sus ojeras, cada día más acentuadas.
Podía el barón oír nítidamente desde su butaca de cuero la tos cavernosa de su mujer al subir la elipse de la escalera. Era el sonido de su pecho vencido por repetidos ahogos.
Relajó los hombros al comprobar que el eco se alejaba, ascendiendo hasta estrellarse en las molduras del estuco y en las macizas vigas del techo.
Unos minutos más, y se abría acostado, auxiliada por Helga, la camarera holandesa que la servía desde la niñez por más de treinta años. y tosería, abortando el sonido en el borde de la frazada perfumada con esencias de rosas importadas desde Francia; el rojo leonado de su cabellera como una mancha sanguínea gravitando la hilada albura de los vuelos de encaje que adornaban la funda.
Sabía él que estaba cerca el final. No le hacían bien los inviernos de Alemania a la baronesa, nacida Marguerite d'Artagne, marquesa de Sauvignon; hija rumorada de la antigua marquesa de Sauvignon y un condestable británico y educada en un convento de las Hermanas de Lourdes en el Congo Belga. Había crecido jugando con las niñas nativas y, el mismo tiempo que se persignaba ante la noción de la barbarie, aprendía de sus artes religiosas, resumidas en cuentas de colores y amuletos de barro, madera y paja.
No conoció París hasta que tuvo diecisiete años, cuando acudió a recibir el frío adiós de su madre moribunda, que la dejaba perpleja al mismo tiempo que cargada de deudas y abierta al acoso implacable de los acreedores.
Luego de saldar las deudas con la venta de lo que le restaba en propiedades y de quedar con algunas piezas de joyería salvadas al ojo catador de los usureros, Marguerite, entró al servicio personal de la Duquesa de Saint-Étienne, con plaza de secretaria personal y dama de compañía. Helga se mantuvo fiel a su lado, como una perra ciega, sonrojándose las pardas pecas de su cuello a cada insulto inferido por la duquesa en la persona de su joven ama.
No sabe el barón si le molesta más este silencio que el toser de la infeliz que a veces lo corta, haciendo trizas las reflexiones que van, una a una, cayendo sobre las páginas abiertas como manchones de tinta que le impiden la lectura.
La vio por primera vez en un baile de máscaras, blanca y suave a pesar de su infancia africana, cuatro pasos detrás de la duquesa; atenta y resignada como una flor que al adornar se marchita, destilando fragancias.
Viudo y millonario por voluntad del caucho, se atrevió a desearla.
Marguerite d'Artagne von Fustenberg partió de París una mañana, la mujer más rica de toda Europa, rumbo a Colonia, en un vagón privado con paredes de raso, a encerrarse con el viejo barón en su palacio donde resplandecían más de setenta panoplias inglesas.
De frío y de asco se enfermó. Del olor a pastel de riñones y de la vista de la grasa en los cocidos alemanes; del aliento alcohólico del viejo marido que por las noches humedecía sus pechos retraídos, recorriéndola y haciéndola doler con malsano deseo y enfermiza lujuria.
Dos años después del matrimonio se aquietaron los fuegos. La contemplaba a la hora de la cena como se observa un objeto muy querido, con extraña ternura. Dejó de visitar sus habitaciones y no lo hacía sino para obsequiarle alguna alhaja o para preocuparse por su salud cuando las fiebres la postraban.
Leia mucho el barón, ahora, y en su rostro aún hermoso había una expresión indefinible que se prolongaba hasta el ralo nacimiento de azafrán ya desvaído de sus cabellos. Su estancia en el convento de las Hermanas de Lourdes, durante un viaje de cacería por tierras de África habían hecho de él otro hombre.
Aguzó el oído. Adivinó más que supo el instante final desbocado en el golpe seco de la última tos. Por debajo de las tapas del libro emergió el cañón ciego, mirándole indiferente como el ojo vaciado de un mendigo.
Sus reflexiones se tiñeron de rojo y negro.
Karl von Fustenberg murió al instante, minutos después de que su esposa vomitara en un coágulo el balance menguado que le quedaba de vida. Treinta años antes había sido conocido como Charles W. Whitman, condestable destituido de la Marina británica.