(Con audio en la voz del autor)
A mi amiga Aurora Martínez, madrileña residente en Los Ángeles, que ayer fue operada de una fractura del tobillo derecho (una "pata jodía", como le pusimos, riéndonos).
Aurora es profesora de Español y Literatura y Consejera de estudiantes en una escuela de enseñanza secundaria. Es además, participante activa e instructora para profesores del Proyecto para Lenguas Extranjeras del Estado de California, en Occidental College. Es encantadora, envidiablemente dinámica, ayuda a todo el mundo que lo necesite y tiene el corazón del tamaño del planeta Júpiter.
¡Ponte buena pronto, Aurorita, que tenemos que bailar todavía la rumba flamenca! en chancletas de palo1!
En tu nombre se aglutinan
—despidiendo a la noche—
todos los hechizos
que anteriores al alba
te hacen
mágicamente serena
transitoriamente
habitable
inconfundiblemente
mujer.
Instantes únicos
e indivisibles:
transmutación de sombras
somnoliento estirar de luces
desayuno de tonalidades
sobre la opípara mesa
del horizonte.
Tu nombre
es
prismático y definido
como la espada
de inquietud que te precede
como el deseo de vivir
y de hacer
que son tu llama
y tu credo
como esa propensión
a hacer el bien
que es el lastre
y el sustento
de tu incansable utopía...
Se rebela tu volumen meteórico
en el plano lienzo
de un poema
sin árboles ni pájaros
de trazo tardío.
No puede
capturarse
—ni en lienzo
ni con palabras—
aquello
que desde siempre
ha sido...
(1chanclas de madera, de una sola pieza, generalmente planas, con una tira ancha transversal que las sujeta a los pies, muy típicas en ciertas regiones de Cuba para andar en la casa o para "arrollar' —bailar por la calle en una conga o comparsa— en ciertas celebraciones y festejos públicos, por el rítmico sonido que emiten al ser movidas.)