(Con audio en la voz del autor)
De cometas
he de sembrarte
para en ti
perpetuar el misterio
para repoblar
mundos distantes
y renovar
el viejo
rito
a plenilunio...
Cuando las eras
vaciadas
de anacrónicos
utópicos
calendarios
sean sólo
un estrato tras otro
de geológico, demarcado
aburrimiento
y reclame el cielo
su dote
de mareas
y orgiásticas resacas
en una tarde
asfixiada
de inmisericorde
trágico-trópico
agosto...
Seremos
entonces
únicos y parcamente
infinitos:
oblicuos hijos del tiempo:
sucesores
—en apoteosis—
a la optante nulidad
del vacío.
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