jueves, 21 de enero de 2010

Mito y realidad del teatro



Al Dr. Jesús Lozada Guevara (Jesús, simplemente, para mí)... Porque nuestra fascinación por el teatro en todas sus facetas y manifestaciones nos une y unirá hasta el fin de los tiempos... Porque en la teatralidad de nuestras vidas el más legendario de los mitos vivientes es nuestra imperecedera amistad...



En el mundo antiguo el teatro aparece como una necesidad histórica y social de manifestar y recrear la realidad circundante; de hallar (a un nivel subconsciente) la dinámica de su esencia y la dialéctica de sus procesos; de encontrar, para el hombre, una unidad de espacio y de tiempo que permitiera una relación más franca y justa con el universo mediante el manejo de símbolos y arquetipos reconocibles capaces de imprimir entidad propia a la dualidad humana en su expresión social e individual.


La realidad del hombre primitivo , tal como la nuestra, presenta ante el mismo categorías contradictorias en todo momento: es infinita (la especie humana como extensión y reflejo del cosmos, reafirmando la astralidad de su génesis) y a la vez limitada (testigo voluble e implacable de nuestra mortalidad); es ordenada y de por sí caótica; protectora (la locura no existe sino como realidad y dimensión exclusiva del que la padece) y por naturaleza, amenazante.


Es así como como se borra la frontera entre el mundo mágico y el mundo real. Uno toma elementos del otro, en un proceso que culmina con una jerarquía de mitos, y de este nuevo orden, nace la mitología; coexistiendo con los vestigios legados por el animismo, el fetichismo y el totemismo; relegando, luego, a éstos, al plano de manifestaciones prerreligiosas practicadas. por sociedades de organización no estatal y por tanto, 'rudimentarias'.


La mitología es. de esta forma, un fenómeno de la evolución histórica y filosófica del hombre; y parte integrante y activa de su realidad.


La psicología de los mitos y por ende, del teatro, está indisolublemente ligada a la psicología humana y a la sociología; es decir: el hombre en su dicotomía más pura como individuo y ente social.


El mito mayor dentro del teatro es el teatro mismo, y a su vez, la realidad que éste representa forma parte de las realidades individuales y colectivas que conviven en toda sociedad. El hecho de que el teatro (como matriz artística de subgéneros) tenga manifestaciones disímiles y extemporáneas en diferentes partes el mundo, no constituye la negación a la realidad del mito ni al mito de la realidad como categorías universales e indisolubles de un sistema de valores comunes a toda la Humanidad.


El teatro es, en esencia, la consagración de un rito (no surge una paradoja con esta afirmación si tomamos en cuenta que el ritualismo existe sólo mediante la recreación de un mito original), que comienza con la construcción del lugar donde el rito habrá de tener oficio (traslación física de una imagen metonímica de la psiquis, que recrea subconscientemente la edificación de un templo, de un altar, de una piedra de sacrificios...).


Los dramaturgos, los directores, los actores, los técnicos y sus asistentes; el público: todos son parte de una forma u otra de la ceremonia ritual, y más importante: de la consumación del rito como como tal (el mito recreado); es decir: la puesta en escena, condicionada por la mitología al influjo de la cual se ha estructurado la sociedad de manera gradual e inconsciente y que, alterada en apariencias por mutaciones de carácter adaptativo en la catarsis de los procesos sociales, históricos, políticos y filosóficos, no dista mucho de la que primaba en los orígenes de la historia.


No pretendemos con el presente trabajo adentrarnos en el análisis exhaustivo de la mitología como manifestación religiosa o de culto sobre la cual se han afianzado las pautas que rigen hasta el momento el quehacer de las civilizaciones del mundo desde tiempos prehistóricos; sino asomarnos a esta otra vertiente de la cuestión que es la recolección inmemorial de manifestaciones y normas de conducta sociales e individuales, tan debatidas y estudiadas en los campos de la filología, la antropología, la filosofía y la lingüística, amén de otras artes y ciencias y que hasta cierto punto pueden integrar filas en ese conjunto de expresiones y costumbres populares que el mundo anglófono denomina como folklore y cuya incidencia en el devenir teatral a través de los siglos ha sido decisiva.


Vivimos, quizá como decía Borges, en un mundo de laberínticos espejismos, de repeticiones cuyas perspectivas se adentran en la dimensión de lo aburridamente infinito; y de recreaciones de mitos originales que luego, farsantes y demiurgos por igual ponen a su servicio, proclamándolos como nuevos y propios.


En nuestros días, vamos a presenciar la puesta en escena de una obra y raramente indagamos la validez de lo que damos por sentado como una 'realidad', pueda producirse o no en el contexto de lo que llamamos universo, sea físico o espiritual (materias vs. conciencia, y viceversa; atendiendo así a la cuestión primaria, fundamental, irresoluble e irreconciliable de la filosofía occidental).


Igualmente, los antiguos, con cada representación teatral, se asomaban al misterio de la existencia y sus probabilidades relativas; y de cómo disociar realidad de realidad, mito de mito y mito de realidad (o viceversa). Este dilema permanece insoluble hasta el presente, constituyendo la premisa de la continuidad del teatro como mito vigoroso, renovado y eterno en la medio de la apremiante relatividad de todo cuanto existe.







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La Habana, Cuba, Los Ángeles, Estados Unidos
Nacido en La Habana, Cuba, el 3 de diciembre de 1960. Emigra a Estados Unidos en 1980, a través del éxodo masivo de Mariel. Ganador de numerosos concursos de poesía, literatura y ensayo en Cuba y Estados Unidos. Publica su primer poemario, "Insomnia" en 1988, con gran acogida por parte de la crítica especializada y el público. Considerado por críticos y expertos como uno de los poetas fundamentales y representativos de la llamada Generación del Mariel junto a Reinaldo Arenas, Jesús J. Barquet, Rafael Bordao, Roberto Valero y otros.