(Con audio en la voz del autor)
Nictálope
el miedo
atisba desde el claroscuro
en relieve
como
el fantasma
de un animal
parido
de profundidades.
La espera
míope
estruja sus manos
haciendo remolinos
con el miedo en sarta
que como rosario
transita
temblando
entre sus dedos.
La duda astuta
visionaria y con lentes
aguarda pacientemente
el discurrir
de la espera
—que desgarra al miedo—
y los monta
guiándolos con maña
al establo de lo absurdo
donde los ceba
—destinándoles,
sin resistencia—
la elegante apatía
de sus propios
pesebres.
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