A ti, que dices ser mi musa, sin apenas conocerte. Un regalo del poeta a su demonio angélico. Besitos cubanos.
Labios
de jugosa,
granada presea
anverso y reverso
de parca redención
y casuístico orgullo.
Fruto maduro
en proporciones
de vida y muerte
de amor y celo
de carne hecha lamento
al exceso
de rítmico embate.
Vampírico ser
de cómplice penumbra
de misterio y duda
de pregunta y reto.
Sanguínea ofrenda
a un sacrificio
trashumado en
opalino semen
desprovisto
depurado
destilado
de egoísmos
y sofística causa.
¡Ven, pernocta!
Sacia tu hambre instintiva
y vuela.
Deja tu huella
húmeda
en el sexo ungido
de lúbrico reflejo...
Vuela lejos
bello ángel
fingido.
Busca refugio
en los páramos
del cielo.