(Con audio en la voz del autor)
Palpita en mis manos blancas
el tacto de oscura tierra
impregnada de semillas
y de lombrices que velan.
Bajo mis pies la caricia
del musgo que el agua riega
entre mis dedos retoños
de narcisos y azucenas.
En las márgenes del río
todo un mundo se refleja:
mundo de tiempo virgen
y de amores de la tierra.
Este mundo imaginado
en la mente del poeta
requiere más soñadores
para salvar lo que queda.
Soñando podremos, juntos
crear un nicho de selvas
para que tengan los niños
más que asfalto, polvo y piedra.
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