(Con audio en la voz del autor)
Como agua que ha
sufrido la catarsis
del fuego, subes.
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No tiene miedo.
Ni al viento
ni al velo de bruma
que amortaja
al crepúsculo
los yertos sueños
nocturnos
de aún infante
primavera.
Contra la pared
encara lo imprevisto
(minúsculo
universo de briznas
pluma
y fantasía que destella).
Dos huevecillos:
único programa
única urgencia.
Cercada de dientes.
De hambres invisibles.
No se inmuta.
No se amilana.
No se amedrenta.
Se agiganta
en la fiebre
que procrea el relevo...
Paloma echada
torcaza en espera
¿volverán a mí
tus hijos
la próxima primavera?