Palidece tu mano que escribe
trazos airados.
Pierdo tu frente
tras la oquedad del silencio
cuando una sombra lunar
dejaba en el vacío de los astros
la semilla desprovista y soñolienta
de estrellas traspasadas
en agujeros de cielo.
Corre el molde líquido
de tus pensamientos,
hecho acero al menor soplo
de tu aliento
que lo abarca todo
sin fronteras
ni paredes ni árboles.
El monotema te exprime el cerebro
de aromas afrodisíacos y fuertes
en la cama blanca
de menstruaciones
y fertilidades
donde elíxires
de sombra muda
acechan.
Me asomo a tus dedos firmes:
están manchados de creación.
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