viernes, 16 de octubre de 2009

De cómo el ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha llega al mar sin Sancho y es regalado una perla para su mítica amada



Don Quixote

bordeó la mañana

peinando

con los ojos

el paisaje

desprovisto

desde la lenta altura

del caballo

cansado

taciturno

esbeltamente

renco.


Lo vio la mar

y tomó cuenta

del insigne caballero

atrapado

en lastimosa herrumbre:

pobre hidalgo

desheredado de las planicies

venido al salitre

a conquistar

bíblicas ballenas

para una Dulcinea

que ausente gravita

sobre algún remoto

recoveco

de la memoria

hecha

terca obsesión

y ardiente

sombra.


Perla airosa

regalo

y fortuna

de las aguas

para este viajero

que combate

dragones

de luna

y gigantes

molinos de viento.


¿Dónde están

los castillos poblados

de doncellas

bajo sortilegios?


¿Dónde están

las legiones rampantes

comandadas

por un Polifemo?


¿Podrás tú

devolver la cordura

a este hombre

que no se detiene

o estarás

al final de tus días

sobre un pecho

que no te merece?




2 comentarios:

Alma (Susurros Mortales) dijo...

Me pregunto que habria pensado Alonso Quijano si hubiera visto el mar, tan bonito, seguro que habria flipado mas que con los molinos xD

Me encanta, es precioso como siempre mi genial poeta.

Besos de tu musa.

Pedro F. Báez dijo...

Eres un amor. Te doy mil gracias por ser tan buena y tan gentil conmigo. Pensé que sería interesante re-inventar Don Quijote, agregar un capítulo y hacerlo llegar hasta el mar, donde éste, co nmovido, le regala una perla a ver si deja de luchar descabelladamente por su nunca alcanzable Dulcinea, pero al final, como debe ser, el hidalgo se resiste y posiblemente termine la perla en un pecho cualquiera que el caballero andante considere es el de su amada... Besitos cubanos :)




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Mi foto
La Habana, Cuba, Los Ángeles, Estados Unidos
Nacido en La Habana, Cuba, el 3 de diciembre de 1960. Emigra a Estados Unidos en 1980, a través del éxodo masivo de Mariel. Ganador de numerosos concursos de poesía, literatura y ensayo en Cuba y Estados Unidos. Publica su primer poemario, "Insomnia" en 1988, con gran acogida por parte de la crítica especializada y el público. Considerado por críticos y expertos como uno de los poetas fundamentales y representativos de la llamada Generación del Mariel junto a Reinaldo Arenas, Jesús J. Barquet, Rafael Bordao, Roberto Valero y otros.