Necesito un azul que sea
infinitamente mío;
una calle que desagüe
su vejez
en la vejez de otras calles...
un bullicio
o tal vez
una fisura
en esta soledad
de cenotafio...
la dulzura evocadora
de un sabor
olvidado...
saber que la ilusión
va
más allá
de los espejos;
ver el mar
tras la calma
mareada
de este desierto;
aquel verdor primitivo
que adorna
la dinámica curva
de tu horizonte
de cielo
mágico y amenazante...
volver y no regresar
para olvidar
que me fui;
recordar
lo que soy
queriendo
siempre
más.
2 comentarios:
Me encanta este melancólico poema. Un abrazo
Todos tenemos vacíos, amigo Pedro, pero unos con otros los llenamos. Eso es lo bonito, ¿no crees? Además, un hombre nunca está solo del todo. Se tiene a sí mismo. ;)
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