Empapado
de arcanos atavismos
me escudo del agua
empotrándome
—como una sombra más
de la noche insolente—
contra las paredes
que cinéticas se agitan
a mi tránsito
en silente protesta incorpórea
reminiscente
del susurro de yertas
catacumbas
nubladas de muerte
y de periódico insomnio.
Levitan
las calles altivas
manchadas de lluvia
en la selva incoherente
de pretéritos
alargados
hiperbólicos pasos
inexistentes
que delataron
—en antiquísimo charco
de imprecaciones—
su deseo ferviente
de
celeridad
advenimiento
y refugio.
Yo
—hijo incestuoso
de la nulidad
con la nada—
dejo vagar
mi sombra:
que sea pasto
y consuelo
de las arañas
que sigilosas
acechan
desde las esquinas
junto a las carcomas
y los grillos malhumorados
de viejos pórticos
—predecible, estilizada
sombra
de antiguas certezas
e incandescente,
febril duda
colgada de mis sienes
como corona irrefutable
de blanquísimas,
amputadas magnolias—.
Mis pasos
son
el eco inminente
de una memoria
atomizada
y escupida al cielo.
Calle abajo
imposta
el silencio
su inconfundible
aria
de repetida calma...
3 comentarios:
Muy buena poesía y en tu voz es una joyita. Felicitaciones.
María
Con una música espléndida de fondo...genial en la concepción y en el recitado.Otro abrazo y no me canso.
Pedro, Un gusto y placer a la vez conocer tu casa. Agradezco enormemente la deferencia que has tenido en visitarme. Lo que más he disfrutado ha sido escuchar lo poemas de tu propia voz, ya que así se establece una real apreciación de las inflexiones del poema.
Un abrazo a la distancia.
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