
En la soledad de tus arrugas
quiero violar la imagen.
Perseguido estoy,
desde la infancia miserable
de mis años de entonces.
Atado a tu índice como un deseo
inexorable,
cantando el movimiento de
tu lengua
en la monstruosa lacivia de mis sueños
treceañeros,
masturbando mi vista
en la plástica armonía
de tus colores...
Tu rostro me ha traicionado.
La promesa de tu eternidad
un día escupida
entre errupciones de humo
y kilómetros de marabú.
Ahora tengo en los huesos de mis manos
la forzada curva
de tu talle estéril
sin poder matar
la amarilla alegría
de un hasta luego que envejece
desde hace mil años.
Transida vanidad de pantalla --tú--.
Iluso guardián del tiempo --yo--.
Escrito en 1986
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