Bellos
en su intimidad
los momentos
que de ti recuerdo
y te traen
a mi alcance:
claras
felices horas
de tierno asueto
y pasional desafío
en fusión
casi serpentina
en hambre
insaciable
de nuestros cuerpos
y nuestra locura
que en la semiluz
buscaban
el complemento,
el alivio
la razón
justificable
de función
contra deseo
—viceversa
indefinible—
de la sed
inapelable
de una entrega
sin indultos.
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