Este
seísmo
interior
que me despeña
que me trae
pánico estupor
y abierta duda;
que doblega
y me pone
de rodillas
mostrándome
frente al espejo:
desprovisto
solo
y desnudo
como el día
distante
y milagroso
de mi origen.
Miedo
arrollador
maquillado
de intensos rubores
y acuciante,
meretriz urgencia:
cosquilleo
del ente
que pugna
por nacer
de árida entraña
en abominable,
parturiento trance
de obscena gestación
y errada lógica
viciada
de logaritmos.
La muerte
y sus ritos
lamen la oreja
tocan el pecho
podan intrusos
las alas
del pensamiento;
lamen
sin reserva
la llaga abierta
del ego depuesto
y desterrado
a una esquina
inconsolable
del absurdo
transmutado
en refugio.
Viejo puente
podrido
de mudo ayer
y reprimida sombra...
He de llorar
naciendo de mí mismo
en el parto
infalible
de todos
los espejos.
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