Te fuiste como se van
los que han sufrido:
callada,
tranquilamente,
con un rictus de incomprensión
en la boca
y los ojos apretados
para no abrirlos
más.
Te fuiste como nadie pensaba
– como nunca pensaste –.
en una nube de morfina
con los huesos roídos
por el cáncer
y tu dignidad ahogada
por la tsunami
de ese mal
que te hizo doblegarte
y al final
partió en dos
tu sueño
de un retiro de barcos
y nietos ruidosos
a orillas del mar
–cualquier mar –.
Te fuiste tal vez sin saber
que tu huella
es profunda como un cráter
en aquellos
que como yo
te amamos
en silencio
desde la distancia
protectora
de no verte padecer
y consumirte
como un ave enferma
e indefensa
cercenada
por siempre
de su vuelo.
11 de septiembre de 2009, 9:48 p.m.
No hay comentarios:
Publicar un comentario