Canta el gallo
rebotando en ecos
de estentóreas
sonoridades
contra la pared
del alba
que en la bruma
se erige
repuntada
de tiernos carmines
y balbucientes azules
mientras la luz
se maquilla
de artificios
con la última nota
de este llamado
a la brega
y yo recuerdo
otros gallos de mi infancia
en otra tierra
en otro tiempo
en otra asonancia
donde el rocío era joya
y el gallo
en verdad
el rey de la madrugada
llamado a fecundar
y a vigilar a los roedores
a matar lagartijas
y sabandijas pequeñas
y mi abuelo en la cocina
con sus ojos de acero
destilando
café
oscuro, amargo y oloroso
tan estimulante como hombre de ébano
en el cálido seno
de la mañana adolescente:
cuatrimañanero
café de idos amaneceres
en el rodaje
matutino
de una película
que no se estrena.
3 comentarios:
Yo no tengo gallos de infancia a los que añorar y mira que lo lamento, pero es lo que tiene haber sido siempre un chico de ciudad. Sólo en el pueblo de una de mis tías, durante mis años mozos, he podido resarcirme en parte de esa ausencia sonora que tanto me gustaba e inquietaba a un tiempo, por lo que tiene de presagio de algo nuevo a punto de nacer: el día. :)
Como me gustan los gallos, su cantar.. por las mañanas anima.. y dá un vitalidad que en la ciudad falta..
Un abrazo.. me encantó la pintura.
A mí me encantan los gallos también. Y ¿sabes, Domingo? En casi todo el Caribe, sobre todo en Cuba, donde lo sé por experiencia, hay muchas personas que tienen gallos, gallinas y patos en las ciudades, aunque los gobiernos intenten regular esto por cuestiones de sanidad y de convivencia común. Eso ocurre sobre todo en los repartos (barrios, colonias) de la periferia, con características más residenciales y rurales donde generalmente hay patios y terrenos bastante grandes como para permitir la cría de ciertos animales, como gallinas. Aquí en Los Ángeles, en medio de un enclave suburbano tan populoso y cementado donde vivo, parece que alguien en su patiecito tiene un gallo, porque diariamente lo escucho (para mi deleite) cantar de tres de la mañana en adelante y hasta avanzada la mañana. Abrazos y ojalá alguna vez puedas tener un gallo indio tan lindo como los que criaban mi padre y mi abuelo en Cuba y que nunca se comieron ni se echaron a pelear pues para mi madre eran miembros de la familia...
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